Sus restos están en la Basílica de Santa Maria di Collemaggio de L'Aquila.
Presentar los nuevos cardenales a Benedicto XVI es una costumbre que tiene Francisco y que pone en práctica siempre que crea nuevos purpurados.
El cardenal McElroy sintió la llamada al sacerdocio desde muy joven. Después de ser ordenado en 1980, más tarde se convirtió en obispo auxiliar de la archidiócesis de San Francisco y ha servido como obispo de la diócesis de San Diego desde 2015.
Animó a los recién nombrados cardenales a pedir ayuda al Espíritu Santo para completar su misión en la Iglesia.