Fue durante el acto principal de la visita bajo una carpa en la que el Papa escuchó los testimonios de voluntarios y refugiados.
Denunció con dureza el tráfico de armas que provoca oleadas de refugiados.
Fue en la vigilia del día más intenso del viaje: la visita al campo de refugiados de la isla de Lesbos.
Recorrió la ciudad de contenedores donde malviven los 3.000 refugiados del campo de Kara Tepe. Se detuvo ante los niños y ante algunos que quisieron contarle sus historias.