Lo mejor de los números es que hablan por sí mismos y nunca mienten. Por eso, el Vaticano tiene su propia Oficina Central de Estadística que se encarga de elaborar las tendencias numéricas siempre cambiantes de la Iglesia católica en el mundo.
Son algo más que bandas del crimen organizado: se infiltran en la política y la empresa y forman una red de corrupción que paraliza al Estado de Derecho