Dijo que “la muerte nos ayuda a ver la vida como una ocasión que Dios nos da para amar a los demás y hacer el bien, quitando del corazón la ambición, el rencor y el resentimiento”.
Viajan a Roma para agradecerle su viaje a Eslovaquia del pasado septiembre.
“La devoción a los santos no es algo mágico, no es una superstición”, señaló.
El micrófono del Papa apenas lo hacía perceptible, pero al terminar su catequesis semanal, una persona comenzó a gritar mientras el pontífice hablaba.