Lo hace recordando la figura de San Francisco como “espejo de Cristo”.
Entrega su principal condecoración a los vaticanistas Valentina Alazraki y Philip Pullella.
El Papa dedicó estas palabras de elogio a su predecesor en la ceremonia de entrega del Premio Ratzinger.
Celebró la Jornada Mundial de los Pobres en la basílica de San Pedro.