Culminó su peregrinación penitencial de casi una semana a Canadá en el aeropuerto de Iqaluit.
Francisco se reunió con 50 residentes. Entre ellos había ancianos, enfermos de SIDA y personas que sufren adicciones.
Francisco insistió en la naturaleza penitencial de su viaje y expresó su esperanza en que la Iglesia y las comunidades indígenas se reconcilien a pesar de su difícil pasado.
Después de rezar, el Papa y el arzobispo de Québec, cardenal Gérald Cyprien Lacroix, pasaron un momento de reflexión en silencio ante la tumba de San Francisco de Laval.