Se reunió con el Centro de Protección de Menores de la Universidad Pontificia de México.
“Me asustan discursos de algunos líderes populistas. Me recuerdan a los que sembraban miedo y odio en la década de 1930”, dijo en Bari.
Francisco pidió silenciar el sonido de las armas y escuchar el grito de los pequeños e indefensos.
Dijo que se necesita coraje para lograr los objetivos, poner a la persona en el centro, servir a la comunidad y pagar bien a los educadores.