Es la segunda vez que Francisco pisa suelo griego, pero nunca había estado en Atenas, donde los católicos son una minoría.
Fue durante el acto principal de la visita bajo una carpa en la que el Papa escuchó los testimonios de voluntarios y refugiados.
Denunció con dureza el tráfico de armas que provoca oleadas de refugiados.
Fue en la vigilia del día más intenso del viaje: la visita al campo de refugiados de la isla de Lesbos.