Abordó cuestiones personales, el futuro de la Iglesia, y los desafíos del medio ambiente y la guerra.
El presidente esloveno regaló al Papa un dulce típico y colmenas pintadas.
El Papa estaba conmovido por dos gestos de humanidad, uno en Italia y otro en Marruecos.
Descartó completamente que detrás de la posible guerra haya un motivo religioso. Describió cómo vive el miedo a una guerra en su país.